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Carmen Bravo Peris
Mi madre aún conserva la Gisela que los Reyes Magos le dejaron una Navidad. Siempre le gustaron los muñecos de su época y cuando hemos tenido ocasión, le buscábamos en mercadillos y tiendas de antigüedades, alguna que otra muñeca-o que mantuviese su afición. A mi siempre me gustaron estas muñecas, sus peinados, sus ropas, sombreros y complementos y en general el estilo de vida que las rodeaba y que en más de una ocasión me he llegado a imaginar por los relatos que mi madre nos contaba. Hay cosas que nunca puedes olvidar, como la ilusión que le hizo recibir ese afortunado regalo de Reyes o las veces que su modista confeccionaba, tanto para ella como para su muñeca, los vestidos que estrenaban los Domingos.
Un día le conseguimos una Mariquita. Su anterior dueña se encargó de practicar con ella lecciones de peluquería: le había recortado todos los bucles y aunque conservaba bastante pelo, estaba muy rapadita. Era la primera vez que yo tenía una muñeca de esta clase en mis manos: me dejó asombrada su cara y lo tremendamente guapa que era. A partir de este momento ya tenía muy claro que si algún día podía permitírmelo, por este camino encauzaría mi futura colección.
No sé cuantas veces habré repasado las páginas de los libros “¿Jugamos a las muñecas?” y “La España de Mariquita Pérez”, que Javier Conde y Chelo Yubero, colocaron a nuestro alcance para mantener viva esta ilusión. Cada vez que se organizaba una exposición cerca de nuestra ciudad, allá que acudíamos todos (en más de una ocasión me hubiese quedado pegada a los cristales de sus vitrinas).
He conseguido reunir a lo largo de los años varias Mariquitas; cada dos o tres semanas, procuro cambiarles la ropa y crear diferentes ambientes, tarea en la que participamos toda la familia, unos como críticos (mis hijas que se encargan de darle el «premio» a la que les parece más guapa) y mi marido como encargado de la fotografía. En cada foto, quedan plasmadas las ilusiones de muchas personas: las de las niñas que fueron sus dueñas, las de los coleccionistas que procuraron que llegase a nuestras manos en el mejor estado posible, las de mi familia que con tanto sacrificio aportaron granito a granito los ejemplares que forman parte de mi colección, las de todos-as los amigos-as que con admiración las contemplan y nos animan a que continuemos con esta afición, las mías y por supuesto, las de su creadora y las de todas aquellas personas que con tanto mimo y esmero participaron en este proyecto para que se hiciese realidad.
Espero que desde esta página, abriendo sus ventanas y observando sus imágenes, podáis disfrutar de estas colecciones tanto como yo.
Carmen Bravo Peris
CONTINUARÁ………………
Cuarta Parte
Baúles