A finales de los años 70 de la mano de mi marido Javier Conde Caterna, un apasionado de los juguetes, cuentos, cromos, cine y todo un etcétera, cada domingo, tenía una cita casi obligada en el Rastro de Madrid. Aquel ambiente nos fascinaba y allí Javier siempre encontraba un pequeño tesoro.
Por entonces, yo, simplemente disfrutaba de ello como espectadora, hasta que un día Javier, con la premeditada intención de hacerme su cómplice, me regaló una muñeca de porcelana alemana, él siempre recuerda con que ilusión y cariño la recibí, observando cada detalle de aquel obsequio con cara de fascinación y sorpresa.
Esta muñeca alemana evocó en mí, momentos amables de mi niñez, y despertó el deseo de reencontrarme con aquellas queridas muñecas de mi infancia, Gisela, Anita diminuta, Mariquita Pérez Mari Pepa Mendoza, Cayetana, Mariló y las peponas entre otras.
Después de treinta y dos años continuo con la misma ilusión de tenerlas, por lo bonitas que son, con su exquisito vestuario de confección tan cuidada, sus accesorios, complementos, la historia que las rodea y tantas y tantas cosas.
Poco a poco he ido haciendo ésta colección, que me aporta momentos muy gratificantes, he tenido la oportunidad de conocer y emocionarme con sus creadoras/res, de los que sigo recibiendo mucho cariño e información inconmensurable, y a muchas personas maravillosas.
Y todo gracias a ellas, nuestras queridas muñecas.
«Al igual que el mundo de Platón el País del nunca jamás existe. Más solo se puede llegar a él, a través de la mirada cristalina de un niño”.
Toquemos con nuestra varita mágica el tiempo y viajemos rebosantes al pasado, ¿hacia donde? ¡ A nuestra niñez seguro! Pues allí están anidados nuestros más dulces y gratos recuerdos, mezcla de sentimientos y anhelos envueltos de blancura inocente. Un mundo maravilloso pintado de mágicos colores y fantasía, poblado por genios, hadas, gnomos, brujas, bosque encantados, príncipes y bellas durmientes y que decir de barcos que navegan entre nubes de noche plateada, de lugares donde la razón es lo ilógico, el tiempo marcha hacia atrás, los deseos se cristalizan y los sueños son realidad. A este mundo mágico Peter Pan le llamó “El País del nunca jamás”, pues allí la magia del espíritu hace que los niños nunca crezcan. ¿Por eso será tal vez que en lo profundo de nuestro ser nunca dejamos de ser niños
MARIQUITA Y AMIGAS SE PREPARAN PARA IR A LA FERIA DE ABRIL